La Ley de Instrucción Primaria de 1860 proclamaba la igualdad en el acceso a la educación de niños y niñas. Sin embargo, los programas de estudio eran distintos para cada sexo, pues en los establecimientos femeninos se reforzaban las labores domésticas.
El cuerpo docente de esas instituciones era en su mayoría femenino, ya que sus cualidades estaban asociadas a la labor de maestra y se consideraban un requisito para su desarrollo profesional.
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